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PRESENTACIÓN LIBRO

El próximo día 5 de diciembre del 2009, Gloria Martí Cholbi, autora del libro "Soy Adolescente ¿ahora qué? Claves socio-emocionales", presentará su libro en el Instituto de educación secundaria Historiador Chabàs" de Dénia. El acto tendrá lugar en la sala de actos a las 12h.
¡Estás invitado/a!

HACER DIETA

La pérdida de peso no depende sólo de la fuerza de voluntad. Las personas estamos programadas para mantener un peso determinado que se sitúa dentro de un intervalo y dentro de este intervalo el peso puede variar, pero es muy difícil que se sitúe por encima o por debajo del mismo mucho tiempo.

Una serie de defensas metabólicas tienden a mantener el peso estable a pesar de los cambios en la dieta. Entonces las personas que están a dieta aprovechan mucho mejor la energía de los alimentos de manera que la pérdida de peso es menor de lo que se podría esperar y es por eso que una ración normal de comida puede hacer engordar a estas personas. Del mismo modo las personas sobrealimentadas aprovechan mucho menos la energía de los alimentos, de manera que aumentan de peso hasta un punto, pero después el peso permanece estable, por lo que la ganancia de peso es inferior a la esperada.

La mayoría de las personas estamos entonces programadas para estar en el peso promedio, el cual, es sin duda superior al ideal social (que es el que debería corregirse), sin embargo las mujeres, sobre todo, se esfuerzan por llegar a este ideal al cual no se ajustan naturalmente. Pero las personas que están programadas para un peso normal e intentan perder peso, recuperan ese peso perdido poco después y por mucho que atribuyan su fracaso a su fuerza de voluntad y se depriman, en realidad es un problema de biología.

En las personas con sobrepeso la pérdida es fácil de lograr al principio, pero tienen mucha dificultad para seguir perdiendo peso y mantener la pérdida (las estadísticas dicen que de cada 100 personas con sobrepeso y que lo pierden, sólo 5 consiguen mantener la pérdida durante año, por lo que el 95 % recuperan el peso perdido), podríamos decir que es imposible que el 95 % de las personas tenga un problema de falta de voluntad.

Luego hay personas a las que les cuesta mucho esfuerzo hacer una dieta o que ven muy difícil alcanzar esa delgadez que tanto desean y entonces emplean métodos más drásticos y peligrosos, como el vómito autoinducido, el abuso de laxantes y diuréticos o el ejercicio extremo, con las consecuencias para la salud y el estado de ánimo que todo ello conlleva.

Otro resultado de las dietas son los atracones. Cuanta más dieta más lucha el cuerpo contra ella, lo que provoca episodios de voracidad para evitar que la persona pierda más peso que el programado genéticamente. Pensémoslo, si la restricción alimentaria no viniera seguida de atracones, las especies no hubieran podido sobrevivir.

La dietas repetidas aumentan la facilidad para engordar, por lo que o se hace una dieta para siempre o mejor no empezarla.

Entonces la dieta repetida aumenta la facilidad para engordar porque el cuerpo se habitúa a pasar con menos alimentos de manera que el índice metabólico disminuye (la cantidad de energía necesaria para las funciones metabólicas básicas) y si se aumenta la ingesta se engorda, aunque se siga comiendo menos que las demás personas, básicamente porque el cuerpo tiende a acumular las grasas para cuando se produzcan nuevos periodos de escasez.

Pero ¿por qué tal insatisfacción por el peso y la línea? porque se han ido interiorizando unas normas culturales sobre el atractivo, basándose en un estándar que es la ausencia de grasa, curvas, cuerpo tubular, caderas estrechas, etc. en el caso de las mujeres y para los hombres cuerpo musculoso, ancho de espaldas, estrecho de caderas, cuadrado, alto, etc.

Por otra parte hoy en día el ideal de belleza pone el énfasis en la delgadez, pero en otras épocas lo bonito y deseable era la obesidad, el ideal actual se considera entonces atractivo hoy pero el problema es que cae dentro de lo que se considera infrapeso, es decir, es un ideal que está por debajo de lo que se considera un peso normal desde el punto de vista médico (según los estudios las modelos presentan un infrapeso del 13 al 19 %) lo que significa que este ideal no es saludable y que de forma natural sólo algunas personas se ajustan a él, teniendo el resto (sobre un 80 %) que recurrir a dietas y otras historias.

Esta claro que si tomamos este ideal como criterio de comparación muchas personas se verán gordas (personas que entran dentro del peso normal), sin embargo no es el ideal cultural el que define (o el que debería definir) la obesidad o la delgadez, sino el ideal médico. A éste es al que deberíamos hacer caso. En este sentido el ideal de belleza masculino propuesto por la sociedad se acerca mucho más a los ideales médicos que el de las mujeres. Los hombres están mucho más satisfechos con su apariencia y el porcentaje de los que hacen dietas es mucho menor. Además en muchísimos estudios se ha comprobado que los hombres prefieren mujeres de peso normal y con curvas cuando se les pide que elijan las siluetas que más les gusten y se comprueba que las mujeres eligen siluetas más delgadas que los hombres.

¿Cómo se ha desarrollado esta preocupación por el peso?

Básicamente las personas internalizan el ideal de belleza que propone la sociedad y modifican su cuerpo para ajustarlo al mismo. Al mismo tiempo la sociedad refuerza estos cambios y recompensa a quienes se ajustan a ese ideal y castiga psicológicamente a los que no se ajustan al mismo. Por ejemplo hoy en día se estigmatiza la obesidad, considerando a los obesos perezosos, sin voluntad, descuidados…; los medios de comunicación transmiten continuamente mensajes que promueven directa o indirectamente la pérdida de peso (anuncios de productos light, artículos sobre dietas, fotos de modelos…); la autoestima de las mujeres depende mucho del atractivo físico, mientras que la de los hombres depende de otras cosas como la fuerza, porque la sociedad recompensa a las mujeres por su atractivo físico y a los hombres por esas otras cosas; etc.

Entre las motivaciones psicológicas de la dieta, muchas personas (sobre todo mujeres) piensan que si pierden peso serán más aceptadas y admiradas y piensan que así pueden compensar su baja autoestima y sus sentimientos de inferioridad. Esto tampoco es del todo falso, pero el problema empieza cuando estas mujeres con baja autoestima creen que el adelgazar va a resolver sus problemas de personalidad, porque tarde o temprano se dan cuenta de que estos problemas no se resuelven de este modo. De hecho, las que pierden más peso (mujeres con un trastorno alimentario) son extremadamente infelices y sus problemas psicológicos no sólo no se resuelven, sino que empeoran. Podemos ver aquí lo desaconsejables que son las dietas para perder peso y que solamente tendremos que hacerlas si nos la aconseja y es seguida por un médico y por causa de amenaza para la salud.

Es cierto que es muy fácil echar la culpa a la sociedad y muy difícil modificar los ideales sociales deficientes, sobre todo porque la sociedad somos todos. Los medios de comunicación NO son los únicos que fomentan el deseo de estar delgados y la insatisfacción corporal (todas las personas están expuestas a los medios de comunicación y no todas están insatisfechas con su apariencia). Hay otros factores ambientales que generan esta insatisfacción como la propia familia (padres y hermanos), los compañeros de clase y los amigos.

Los familiares también han aprendido las normas sociales del peso y la línea y pueden confirmar nuestras sospechas o insatisfacciones; muchas personas con insatisfacción corporal han tenido incidentes con miembros de su familia que han alimentado o confirmado sus preocupaciones, por ejemplo, una persona que ha recibido burlas de sus hermanos, que le llaman bola de grasa, jamona, gordo… o también la madre que puede recordar a la hija que se va a hacer obesa, o el padre que hace comentarios sobre los cambios corporales que se sufren en la pubertad y adolescencia (comentarios considerados normalmente inofensivos o bromas pero que resultan muy peligrosos para la autoestima del adolescente), etc. Estos comentarios pueden haber sido bienintencionados sin duda, pero dañan la imagen corporal de esa persona. Lo mismo ocurre con los comentarios de compañeros y amigos de la infancia y adolescencia, porque las diferencias físicas entre las personas a estas edades (un desarrollo físico temprano o tardío, ser demasiado alto o bajo, pasar por un periodo de gordura…) son rápidamente percibidas y provocan comentarios.
Si no queremos estropear el metabolismo de tal forma que al final lleguemos a engordar pasando hambre, hay que plantearse muy en serio que si se decide hacer una dieta, ésta debe ser seguida siempre; no vale hacer dieta antes del verano y luego en invierno abusar de la comida, pensando que el año que viene ya nos pondremos de nuevo a dieta, porque así lo único que conseguiremos es que nuestro cuerpo cada vez necesite menos cantidad de comida para engordar. Y no olvidemos la necesidad de consultar con el médico y seguir sus consejos dietéticos, porque no todas las personas somos iguales, no todas las personas tenemos las mismas necesidades y no todas las personas reaccionaremos igual a idénticos tratamientos.

Un consejo final: comer un poco de todo, durante las horas destinadas a ello, no abusando de ningún alimento en particular y realizando ejercicio físico adecuado para quemar las calorías sobrantes y mantener el cuerpo equilibrado. Ser realistas y no proponerse retos inalcanzables e intentar gustarse a sí mismo (es la mejor manera de gustar a los demás) y tener muy en cuenta que el exceso de estrés "engorda".

LOS VIDEOJUEGOS

Los videojuegos son los juegos que se desarrollan delante de una pantalla o monitor. Se trata de programas informáticos, creados para el entretenimiento, que se basan en la interacción entre una o más personas y un aparato electrónico, que puede ser un ordenador, una videoconsola, un sistema arcade, un teléfono celular, etc.
En los videojuegos se recrean entornos y situaciones virtuales en los que el jugador controla a uno o varios personajes o elementos de ese entorno, para conseguir uno o varios objetivos por medio de unas reglas determinadas. Se trata de juegos que hace unos años no se podían ni imaginar y que ahora son la pura realidad; juegos que no deben ser comparados con los que teníamos treinta años atrás, porque las cosas han cambiado mucho, los avances tecnológicos son rápidos y constantes y el mundo del juguete y del entretenimiento se debe adaptar a tales cambios. Además, debemos tener en cuenta que también nosotros (incluso los más fervientes críticos de este tipo de entretenimiento), de haber tenido estos juegos durante nuestra infancia, hubiéramos jugado con ellos sin duda.

El niño puede empezar a interesarse por estos “nuevos juegos” desde edades muy tempranas, ya que ejercen un poder de atracción enorme y no requieren grandes conocimientos previos ni una especial capacidad intelectual, sino simplemente son necesarias unas habilidades psicomotrices generales, que además se van mejorando progresivamente con la práctica, y cierta persistencia en las actividades propuestas, lo cual es bastante positivo para los jóvenes, que se habitúan a persistir en el esfuerzo hasta lograr las metas. Además con estos juegos el chico controla las acciones de unos personajes fantásticos, a veces sus propios ídolos, en situaciones muchas veces extremas que en la vida real no se dan y mediante imágenes, colores y músicas atractivas para ellos.
En principio, no hay que impedir al niño que juegue y se familiarice con estas nuevas tecnologías, porque son su presente y son su futuro; con mandos, ondas y pantallas se desenvolverá en su vida personal y profesional, por lo que nada de malo hay en que vaya adquiriendo experiencia en ellos y comprendiendo su funcionamiento y sus posibilidades. Mientras el niño juega va aprendiendo un lenguaje específico formado por simbologías, escenarios, técnicas, trucos, etc. y mientras va logrando objetivos, su autoestima suele aumentar, incluso contrariamente a lo que parece a simple vista, puede aumentar el reconocimiento social por parte de sus amigos y compañeros con intereses comunes. Esto provoca una satisfacción que, como veremos más adelante, podría bastar para explicar la supuesta capacidad de “adicción” de los videojuegos.

El problema principal es conseguir un suficiente autocontrol en el comportamiento del niño, que le permita no obsesionarse con estos juegos tan atractivos para ellos y saber repartir su tiempo de ocio entre varias actividades y no sólo una.
Por su parte los padres deben conseguir tener una autoridad suficiente como para proponer las reglas adecuadas en el hogar y que sean cumplidas. No hay que olvidar que para que el niño tenga una PSP, por ejemplo, nosotros tenemos que comprársela. En este sentido deberíamos ser capaces de esperar hasta que veamos que el niño ha adquirido tal autocontrol que le capacite para jugar sin obsesionarse y hasta que comprobemos que es capaz de comprender las normas que debe cumplir para que se le permita jugar las horas pactadas, porque también tenemos que tener claro que cuando el niño ya tiene el juego, nosotros somos quienes tenemos que permitirle jugar o no, con cuáles juegos y durante cuánto tiempo.


En cuanto a este último punto, las horas que pase el niño ante los videojuegos deberían pactarse con él, aunque el niño sea pequeño, de este modo facilitaremos mucho su cumplimiento. Por otra parte podemos aprovechar la gran atracción que este tipo de juego ejerce, para utilizarlo como refuerzo de su conducta (recompensa), o como castigo, no dejándole jugar si no se porta como debería, siempre bajo previo aviso, ya que el simple hecho de avisarle de las posibles consecuencias que para él y para los demás tendrá su conducta, junto a la firmeza de los padres al cumplir su palabra, es el mejor modo de que el niño aprenda a comportarse adecuadamente.


No conviene, por lo tanto, prohibirle jugar sin más, sino que tendremos que hacer un trato con él sobre los días y las horas que podrá jugar, siempre que cumpla con una condición que también se pactará con él (comer bien, hacer deberes, no gritar…). Si él cumple con sus demás responsabilidades nada hay de malo en que juegue con estos aparatos, por supuesto refiriéndonos a juegos adecuados a su edad y durante periodos de tiempo prudenciales. Desde el momento en que acepte el trato (si no se llega a un acuerdo se guarda el juego y no se permite su uso), ya estamos haciendo que practique su capacidad de autocontrol y de responsabilizarse de su conducta, pero para ello no debemos dejar de implicarnos y de preocuparnos de que esas reglas se cumplan, ya que si por ejemplo le decimos, que si no recoge sus juguetes no juega con la consola, y sin embargo él se pone a jugar sin hacer caso y nosotros se lo permitimos... el niño sólo esta aprendiendo a desobedecernos, y como se sale con la suya, volverá a hacerlo en otras ocasiones.


¿Cuánto tiempo puede jugar? Sobre el tiempo que pueden pasar los niños con los videojuegos, cada padre debe proponer sus normas, y repito, deben implicarse activamente para que se cumplan. Hay que saber que en realidad no existen efectos negativos sobre el comportamiento, derivados directamente del uso de estos juegos, siempre que se respeten ciertas reglas, como por ejemplo, que debe mantenerse cierta distancia con la pantalla, que se debe descansar cada dos horas, cuál es la postura adecuada para jugar, cuál es la edad aconsejada para cada juego, etc. Estas normas deben ser cumplidas y para poder hacerlo, nosotros los adultos tenemos que mantenernos informados, interesarnos y leer las explicaciones que en cada envoltorio del juego se incluyen, sobre todo teniendo en cuenta que muchos padres, no tenemos ni idea de cómo se usa y se juega a estos videojuegos, razón de más para enterarnos bien de su contenido, si queremos poder evitar, por ejemplo, los muy agresivos, si queremos saber la edad para la que está recomendado, y por supuesto para dar buen ejemplo a quienes de nosotros aprenden, porque si el niño ve que los padres no cumplen las normas y que ni siquiera se molestan en leerlas, ¿por qué se supone que debería hacerlo él?...


Otros temas que preocupan a los padres sobre el uso de los videojuegos suelen ser los efectos en la socialización del niño por el aislamiento social que se supone causan, la posible adicción, la violencia de algunos juegos, la pasividad, el retraso escolar, etc. Lo primero a tener en cuenta es que, como ya hemos visto, todos estos problemas aparecerán si no se controla el uso del juego con normas apropiadas, mientras que no se darán en un ambiente adecuado.


Los posibles problemas de aislamiento social que se dice que estos juegos provocan en los niños, no son tan reales; muy por el contrario, al niño le gusta jugar con los amigos y utilizar los juegos de ordenador, videoconsolas, etc. en equipo, intercambiando trucos y juegos, compitiendo entre ellos, etc., en definitiva se divierte mucho más en compañía, por lo que el problema real aquí sería el disponer o no de esa compañía. Otro caso muy diferente sería el del niño que ya se siente aislado, generalmente por problemas en su autoestima o por algún tipo de discapacidad y se vuelca con los videojuegos, pero estamos hablando de otro problema.

En cuanto a la adicción, jugar con videojuegos no es una actividad que genere comportamientos ludópatas, simplemente porque no se pueden comparar a los juegos de apuestas que sí causan tal adicción. Es cierto que hay niños que “se enganchan” al videojuego, pero no más de lo que se puedan enganchar a la televisión, al fútbol o a cualquier cosa que les divierta y en la que sientan que son “competentes”. Para evitar esto lo mejor es poner horarios concretos para cada actividad (tanto para la TV como para los videojuegos) y molestarse en que se cumplan mediante premios o castigando su incumplimiento. Por otra parte no debemos confundir la “adicción pasajera” o entusiasmo que causa cualquier actividad placentera nueva, que al principio gusta mucho y casi obsesiona, pero que a medida que pasa el tiempo va perdiendo su atractivo inicial. Entonces el tiempo que el niño dedica al videojuego debería ir disminuyendo progresivamente y no al contrario. Otro asunto es cuando el jugador tiene ya un problema psicológico previo y puede llegar a encerrarse en el mundo del videojuego desconectando poco a poco de todo lo demás, pero al igual que lo que comentábamos antes sobre los problemas de aislamiento, esto pasa en sujetos ya afectados por algún tipo de desequilibrio y no se produce en el chico sano.

Tengamos en cuenta que el videojuego es para el niño una gran fuente de satisfacción, por lo que los padres y educadores debemos preocuparnos de que el niño obtenga satisfacción en otros muchos contextos. El niño debe estar motivado para hacer cosas, debe tener intereses y debe sentir satisfacción por todo ello; normalmente tal satisfacción surge de la competencia o “saber hacer” o bien de la admiración por parte de los otros. Es muy fácil hacer que el niño disfrute haciendo cosas, y por consiguiente que se interese por ellas y vaya perfeccionándolas con la práctica; simplemente hay que estar ahí para animarlo y para hacerle saber que lo está haciendo bien, aunque su realización no sea todo lo perfecta que nos gustaría; recordar que a la excelencia solo se llega a través de la experiencia (de la práctica), y si el niño no siente un mínimo de satisfacción al realizar algo, no se interesará en practicarlo. El secreto del gran poder adictivo de los videojuegos es básicamente este, que provoca gran diversión, que cada éxito del niño se premia y esto resulta muy satisfactorio, por ello el niño quiere seguir jugando e ir perfeccionando su técnica de juego y si por él fuera, seguramente podría estar todo el día jugando. Si el niño tiene pocas fuentes de satisfacción es muy lógico que el videojuego pueda generar en él cierta adicción, mientras que si tiene múltiples fuentes de satisfacción tal adicción será normal, es decir, se limitará al atractivo que tiene el juego cuando es nuevo.

Es cierto que la violencia de algunos juegos provoca un aumento de comportamientos agresivos en los niños, pero no más de lo que lo hace nuestra querida televisión, por ejemplo, o incluso el comportamiento agresivo de los padres (principales modelos de comportamiento de los hijos).
Hay varios estudios que demuestran que los contenidos violentos de los videojuegos y de la televisión provocan exactamente los mismos efectos, por ello no tiene ningún sentido seleccionar y controlar el contenido de estos juegos, si a la vez no se controla el contenido de los programas de televisión que se dejan ver al niño (y viceversa) y lo mismo puede decirse del tiempo que el niño dedica a ellos. Pensemos por ejemplo que la observación de telediarios proporciona muchos más ejemplos de violencia, agresividad y comportamientos indeseables que los videojuegos, pero además (y esto es lo peor) con el valor añadido de que lo que el niño está contemplando no es ficción como en el caso del videojuego, sino pura realidad.

Si muchos de los efectos más temidos de los videojuegos son los mismos que se pueden producir ante la televisión, veamos, por tanto, unos consejos para evitar que su uso se convierta en un problema. Son muy sencillos y se pueden resumir en tres simples puntos:

-controlar el tiempo de su uso
-seleccionar la programación que pueden o no ver los niños
-y fomentar una actitud crítica.

Los dos primeros puntos son fácilmente comprensibles. El tercero, muy importante, implica sobre todo ver la televisión con los niños, porque el estar con el niño mientras mira un programa, comentando su contenido con él, será suficiente para fomentar en él una actitud crítica muy positiva, y para enseñarle a reflexionar sobre lo que ve, a opinar sobre el mensaje que se le está transmitiendo, y a pensar sobre la veracidad o no del mismo. Hay que enseñar a los niños a pensar, y por supuesto deben tener muy claro que no deben aceptar como cierto todo lo que vean en la televisión; deben tener claro que en la televisión se dicen muchas mentiras, muchas falsedades, muchas tonterías, muchos hechos imaginarios, muchos montajes, etc. que el niño tiene que aprender a distinguir de la realidad, y esto puede resultarle muy complicado si está solo. La televisión, como los videojuegos, pueden ser medios muy educativos o muy antieducativos, dependerá del uso que hagamos de ellos.


La fantasía en el niño es inmensa y la función de los padres es la de enseñarle qué es realidad y qué es imaginación, pero nunca eliminándola, sino permitiendo su existencia y expresión al mismo tiempo que se le demuestra la diferencia con lo real. Los adultos debemos comprender que para el niño puede ser complicado comprender qué es real y qué no lo es, sobre todo cuando pueden ver, oír, casi tocar, tales fantasías, aunque solo sea a través de una pantalla. Hoy en día todo el mundo sabe básicamente cómo funciona el mundo del cine, la televisión y los videojuegos, y hay que explicarlo concienzudamente a los niños, con todas las demostraciones prácticas posibles, por ejemplo puede ser muy útil ver documentales en los que se explica cómo se hizo una película de ficción... o grabar con una cámara secuencias y montarlas con los niños formando una película, etc., todo lo que sea necesario para que el niño comprenda que no todo lo que ve en una pantalla es necesariamente realidad.

Pero no todo son similitudes entre los videojuegos y la televisión; aunque no lo parezca, muchas veces los primeros pueden presentar varias ventajas didácticas.
Algunas diferencias entre jugar a un videojuego o ver un programa en la televisión pueden referirse a que la televisión suele dejar poca iniciativa al espectador, quien se sienta delante y pasivamente observa y al máximo analiza lo que se le propone, mientras que el videojuego es siempre un reto para el jugador, quien, además de observar y analizar, se convierte en un protagonista que tiene que asimilar y retener información, realizar razonamientos tanto inductivos como deductivos, aplicar estrategias cognitivas organizadamente, desarrollar y practicar habilidades psicomotrices y toda una serie de competencias para afrontar los problemas que se van sucediendo ante él y ante los que tiene que ir tomando decisiones en cada momento.

El jugar con videojuegos no implica tampoco que el niño vaya a obtener peores resultados escolares, por el contrario, puede servirnos para potenciarlos, utilizando una adecuada combinación de premios y castigos como ya se viene diciendo, es decir, también puede servir para incentivar el estudio. Por otra parte con estos juegos también se puede trabajar la psicomotricidad fina y gruesa, la atención, la memoria, la coordinación, etc. Otros aspectos negativos tienen que ver con el tiempo que se pasa frente a este tipo de juegos, su cercanía, su postura durante el juego, etc., efectos que de nuevo se comparten con los que se producen frente a la televisión, el ordenador o cualquier aparato con pantalla.


Ciertamente existen influencias negativas de muchos videojuegos, pero no todos son antieducativos, todo hay que decirlo. Es cierto que algunos tipos representan muchas veces los peores estereotipos sociales (sexismo, machismo, competitividad, agresividad, frialdad...), porque su objetivo principal suele ser el de competir con otros, abatirlos y triunfar sobre ellos, ganar en la lucha, en la velocidad, utilizar armas, etc. Otros muchos juegos invitan a romper las reglas sociales básicas, incitando a robar, pegar, romper objetos de la calle, pasar semáforos en rojo si no los ve la policía, matar, etc. y representan un ideal machista y agresivo de hombre como un ser musculoso, fuerte, sin temor ni remordimiento alguno, etc., sin hablar de la figura de la mujer, representada normalmente como más débil, indefensa, que da la impresión de que si el niño la elige como personaje para jugar, estará condenado a perder... por otra parte todas estas cosas se pueden sugerir también mientras se lee un libro, se ve una película o incluso se escucha una canción… la diferencia primordial está en el hecho de que mediante el videojuego el niño se convierte en el protagonista y es él quien decide qué, cómo, cuándo o dónde hacerlo, lo cual no tiene por qué ser negativo siempre que el niño comprenda bien que sólo se trata de un juego y que en la vida real las cosas funcionan regladas por otras normas.


Por supuesto no hay que bajar la guardia; hay que tener mucho cuidado con los juegos que permitimos utilizar a los hijos porque realmente son instrumentos importantes que influyen en su socialización. Además hay que tener en cuenta que, aunque controlemos el tiempo que pasa frente al videojuego, la mayoría de ellos ofrecen más de trescientas horas de juego hasta llegar al final, es decir, se puede equiparar ese tiempo al tiempo que se pasa en la escuela, y por supuesto suele ser superior al que pasan dialogando con los padres…


Para facilitar la elección de los videojuegos, lo primero a tener en cuenta por parte de los padres es la edad para la que está recomendado, porque aunque nos pueda parecer una tontería, el contenido del juego puede influir mucho psicológicamente en la personalidad del niño, igual que puede influir una película.
Es cierto que hay padres que erróneamente piensan que si su hijo pequeño juega a juegos pensados para más mayores, se espabilará antes, pero esto no es más que una tontería, que puede tener graves consecuencias; es como el que le quiere dar un alimento a un bebé cuando su cuerpo aún no está preparado para digerirlo creando en el niño una alergia para toda la vida… Cada cosa llega a su tiempo y si se tiene que esperar se debe esperar.


Cuanto más mayor sea el hijo, más complicado suele ser para los padres el controlar el tipo de juegos que usa, porque está claro que, sobre todo cuando llega a cierta edad, si quiere jugar a uno de ellos lo hará, se lo prohibamos o no (bien porque se lo compra él con su paga, o porque juegue en casa de los amigos, etc.). Por ello lo mejor es crear en el chico un sentido crítico suficiente, para saber qué le conviene y qué no tanto, inculcarle que existen unas normas básicas que deben ser cumplidas para que todo funcione adecuadamente e intentar que aprenda a utilizar su tiempo de ocio de una manera positiva, autotélica, con sentido en sí misma, porque el ocio es una parte importante de la vida, a la que todas las personas tienen derecho y que es susceptible de educación. La educación del ocio se ocupará de que las personas sean capaces de obtener los máximos beneficios de sus experiencias de ocio, lo que no es una cuestión de azar, sino resultado de la educación personal. Hay que cultivar intereses y destrezas relacionadas con el ocio a todas las edades.


Por último hablemos también de los aspectos positivos que pueden tener los videojuegos. Ya decíamos al principio que no se puede apartar al niño de lo que va a ser su realidad de vida y ciertamente las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la informática, las ondas y las pantallas lo son.
Respecto a las variables cognitivas o del conocimiento, hay investigaciones que demuestran que los videojuegos facilitan el desarrollo de las habilidades espaciales, de la coordinación viso-motora (ojo-mano), de los reflejos, de la rapidez de reacción, etc. Por otra parte también existen en el mercado videojuegos que son muy educativos, ayudando al niño a practicar la comprensión lectora, la atención, la memoria, el cálculo y reforzando aprendizajes escolares; quizás parezcan menos atractivos para los niños, pero todo dependerá de cómo se los presentemos.


Vemos que los videojuegos son un grupo más de los actuales medios de comunicación de masa, como lo son también la televisión, la prensa, las revistas, los libros, el cine, Internet, etc., medios que aportan distracción, diversión, y también ciertos tipos de aprendizajes, sobre todo si el niño cuenta con una adecuada orientación al respecto. Como todo, este tipo de diversión puede tener tanto efectos positivos como negativos, los cuales dependerán en último término, del propio niño, del tipo de juego y del entorno familiar (confianza, comunicación, afectividad, autoridad, disciplina, normas…).


Gloria Martí Cholbi (Pedagoga)

CRÍTICAS

Si alguien ha leído el manual para adolescentes: "Soy adolescente, ¿ahora qué?. Claves socio-emocionales" Editorial CCS Madrid, le agradecería que me enviara algún comentario/crítica sobre el mismo, con vistas a posibles mejoras en próximas ediciones.

Y lo mismo en cuanto al libro "Padres-Educadores. Desde el nacimiento a la adolescencia".

Muchas gracias.

Gloria Martí.

EFECTOS DEL ABANDONO MATERNO

La madre es la primera que asegura al niño los cuidados físicos y psíquicos necesarios para su evolución adecuada. Si las necesidades instintivas mínimas no se satisfacen (que el niño tiene por instinto) el niño empezará a vivir en un estado de carencia y frustración, que le obligará a “buscar” defensas ante un mundo que experimenta como amenazante.

Imaginaros si es importante, que un niño puede vivir este “abandono materno” incluso por captar de manera emocional un rechazo antes del nacimiento. Hace años este problema de tener un hijo no deseado, se creía que podía superarse con motivaciones ideológicas que permitían un período de acomodación y ajuste al hijo no – deseado. Pero ahora se sabe que esto ya no es “así”; el RECHAZO PRENATAL es una fuente de actitudes de “abandono” que influirán en la personalidad del niño. La experiencia clínica (cuando la gente va a consulta) demuestra que el hijo no-deseado o no-aceptado rumia una especie de culpabilidad por saber que ha nacido sin ser deseado y a muchas de estas personas, el superar este conflicto, les lleva años de psicoterapia.

En el lactante este sentimiento de abandono puede vivirse por no ser alimentado por la madre (lactancia materna). Esto sucede porque el niño se separa de la madre antes de que llegue a sentirla como algo distinto-a-sí-mismo. La percepción de la madre como figura distinta-a-sí-mismo, ocurre entre los 4 y 8 meses, por lo que cualquier interrupción de la relación madre hijo-antes de ese periodo, tendrá repercusiones.

Algunos estudios demuestran que los niños que cambian de “ama de cría” después de los 6 meses, tienen mejores reacciones a las situaciones de comunicación con los demás y a la adaptación cuando aparecen frustraciones en el juego… Cuanto más temprano (en los primeros meses de vida) se interrumpa esta relación, peor será.

Otros estudios han relacionado la influencia de una alimentación al pecho y una alimentación artificial con la aparición precoz del asma y de algunos tipos de ezcemas.

En estudios con niños prematuros de entre 2 y 23 días, que por eso no pueden tener un contacto físico con la madre, por tener que estar en la incubadora, se ve que el resultado inmediato del abandono es una conducta que se caracteriza por:
-Indiferencia al contacto,
-Torpeza,
-Succión poco eficaz,
-Dificultad para despertar a la hora del biberón
mientras que muestran una conducta de búsqueda y de interés cuando se les acercaba un cojín de goma-espuma suave, mostrando entonces conductas como:
-Tranquilidad al tocar el cojín,
-Intento de tocarlo con las manos,
-Girar la cabeza hacia el lado en que estaba el cojín,
-Realización de movimientos rítmicos de succión hacia el cojín…

Aquí vemos la necesidad del contacto cutáneo.

Otro tipo de semicadencia puede sentirla el niño al incorporarlo precozmente a una institución de cuidados o pedagógica. Este caso es de los que más preocupa desde la psicología por ser cada vez más común.

Las conclusiones de uno de estos estudios son:

-El ritmo de sueño es adecuado en la guardería, pero alterado en casa.

-También se perturba en casa el ritmo de alimentación /hambre, con rechazos a alimentos que no aparecen en la guardería.

-La adaptación a situaciones nuevas es menor y más frustrante

-Aparecen rasgos de pasividad, escasa iniciativa, dependencia del observador (ya que esperan de él palabras o gestos de ánimo antes de empezar algo nuevo)…
-El llanto es más monótono y uniforme.

-La reacción ante los nuevos juguetes es de mayor indiferencia, lento acercamiento, agarre y manipulación monótono, etc.

-La psicomotricidad aparece más retrasada. Etc.

Encontrar soluciones para esto no es nada fácil. Muchas veces se busca solución intentando compensar esta separación en las horas de contacto. Sin embargo, la hiperprotección que muchas madres crean al intentar compensar estas separaciones, provoca una reacción ansiosa y asume un valor de estrés sensorial.

Otro tipo de carencia, se crea con lo que se llama “maternaje inadecuado”, con la repercusión de la aparición de depresiones o equivalentes depresivos. Con la relación inadecuada en los primeros momentos de vida del niño por no dar el amor que es necesario en ese momento, porque la relación objetal madre-hijo no es la adecuada (la relación objetal es la que se produce no con el sujeto real, sino con lo que este representa para nosotros), nos arriesgamos a la aparición de respuestas afectivas de tipo depresivo en el niño como fobias, obsesiones, inhibiciones, estados maníacos, alteraciones del sueño y de la alimentación, inestabilidad, aburrimiento…

FAMILIA CON HIJOS EN EDAD PREESCOLAR

Teóricamente la edad preescolar llega hasta cuando el niño comienza la Educación Primaria, el problema es que en la práctica, todos los niños tienen contacto con instituciones educativas mucho antes (guarderías, jardines de infancia, parvularios…). debido a varios factores que presionan para que esto se produzca antes (sociales, económicos y culturales).
Desde la psicología, se piensa que el primer año de vida, es un ciclo vital con características y fenómenos tan importantes que lo convierten en un periodo con entidad propia (SPITZ, 70). Esto lo diría en contestación a los que defendían que había 3 infancias (1ª nac. - 3; 2ª 4 - 7; 3ª 8 - 10/11). Por ello, en esa etapa se dan unos procesos evolutivos muy importantes para la maduración de la personalidad del hijo.

La situación real (no la teórica), en la que el niño empieza antes a ir a instituciones plantea muchos problemas en cuanto a la maduración del niño. Cada vez más niños se empiezan a llevar a alguna institución (más o menos adecuada desde el punto de vista educativo) ya desde el primer año de vida (por la incorporación de la mujer al mundo laboral…). Algunos niños viven varias horas al día en una guardería cuando sólo tienen días. La familia debe saber y tener las ideas claras sobre las repercusiones que puede tener esto, ya que si la familia está informada y preparada para afrontar este desafío, se evitarán males mayores.

Hemos dicho que en este ciclo vital, se producen procesos muy importantes y la mayor parte de ellos se centran en la relación madre-hijo, por ello hablamos de repercusiones si esta relación no se produce correctamente. No quiero decir que la figura del padre no sea importante (ya hemos visto su importancia al hablar del padre) pero si, que el porcentaje más alto de influencia en lo que va a ser la personalidad del niño corre a cargo de la madre en este periodo.

Dependiendo de cómo lo llevemos, de si lo realizamos adecuadamente o menos, aparecerán o no algunos fenómenos. Por ejemplo ahora vamos a ver la relación madre-hijo en esta etapa y los efectos de su abandono:
RELACIÓN MADRE-HIJO Y EFECTOS DEL ABANDONO MATERNO

El tipo de relación que se cree entre la madre y el hijo va a ser muy importante en todo lo que tenga que ver con la evolución del niño; a través de esta relación se ponen las bases de lo que serán las vinculaciones con el mundo externo. La madre envía mensajes a través de la piel, de las emociones… capaces de hacer que el niño tenga reacciones positivas (sonrisa, búsqueda de alimento…), y negativas (llanto, irritabilidad…). Si el niño no recibe en las primeras impresiones la sensación de ser aceptado devolverá a la madre un lenguaje para expresar su sensación de abandono.

El niño se sentirá abandonado si no se percibe como objeto de placer y orgullo para la madre y este placer la madre lo traducirá con actitudes de haber aceptado al hijo, de haberle querido, de haberle alimentado… Todo lo que limite esto, este cuidado materno, producirá alteraciones inmediatas o lejanas, según está muy demostrado.
El niño empieza a percibir el mundo externo a través de la madre (a través de sus manos, del pecho, de las emociones de la madre…), si la relación es adecuada al cogerlo en brazos, alimentarlo, bañarlo, dormirlo, etc., el niño se sentirá querido, pero si la comunicación es brusca, irregular y desigual aparecerán en el niño manifestaciones de angustia, ansiedad, miedo, etc., y todo un comportamiento reactivo con fuertes componentes de agresividad.

El momento evolutivo en el que todo esto (este tipo de comunicación) es más importante y necesario, es durante esta etapa preescolar, es decir:

- el 1er contacto con la madre
- la lactancia y el destete
- el aprendizaje de hábitos primarios (caminar, balbuceos, control esfintérico…)

Lo que el niño necesita en esa fase preescolar, es precisamente la cercanía física y emocional de la madre. Si la madre no está presente (física y emocionalmente) el sentimiento de amenaza estará siempre presente en los aprendizajes del niño, hasta interiorizar estos temores para toda la vida.

La EXTEROGESTACIÓN:

El ser humano nace muy inmaduro, al nacer, tras 9 meses de gestación, no ha terminado su proceso de maduración, destacando:

- Una inmadurez neurológica
- Una inmadurez enzimática
- Una inmadurez inmunológica

por esto, son necesarios otros 9 meses (más o menos), que son como una 2ª gestación en el exterior para madurar lo suficiente, para terminar la maduración inicial.

El dato que suele indicar que esta maduración ha terminado es cuando el niño puede ponerse de pie, que es cuando está preparado para empezar a moverse sólo y empezar una nueva etapa de independencia de la madre. Entonces ahí, durante esos nueve meses siguientes al nacimiento, debe estar la madre y si no es así, el niño va a resentirse de este abandono.

ACTITUDES EDUCATIVAS DE LOS PADRES ANTE EL NACIMIENTO DE UN HERMANO

Las reacciones que se detectan inmediatamente después del nacimiento del hermano tienden a desaparecer en un periodo que va desde algunas semanas a algún mes, es decir, estas reacciones tienden a normalizarse progresiva, aunque lentamente.

Una actitud comprensiva de los padres favorece la superación de estas reacciones hostiles.

Una actitud punitiva (castigos, regaños, etc.) por el contrario, refuerza la hostilidad, y hace que aumente de forma evidente.

La hostilidad cronificada (años de actitud hostil) no es muy frecuente.

Conviene tener el cuenta lo que HILGARD llama “herencia social”, es decir, que la rivalidad fraterna se produce por una transmisión inconsciente a los hijos por parte de los padres y referido a sus antiguos conflictos de rivalidad fraterna; según este autor la rivalidad pasa de generación en generación y dura hasta que el conflicto se hace consciente.

La actitud ansiosa de los padres ante la rivalidad entre hermanos y ante la presencia de celos no es una condición adecuada para resolver el conflicto.

Los padres deben saber que el paso por esta situación es un proceso madurador, evolutivamente normal y emocionalmente necesario para la constitución de una personalidad madura.

Una actitud de sana indiferencia (como quien no ve lo que pasa) ayudará a que todo se vaya arreglando poco a poco. (Repasar el tema de la atención de los padres a las conductas de los hijos).

Los padres deben procurar no intervenir en las tensiones que provoca todo esto porque la intrusión en el mundo de los hermanos no suele ser un buen procedimiento para la normalización de las relaciones entre estos.

Las actitudes más favorables son:

o Evitar los cuidados íntimos al neonato delante del hermano.
o Si no se evita esto, hacer participar al hermano en los cuidados, siempre que tenga edad para ello.
o Prestar atención al mayor para que no viva como abandono la actitud de indiferencia que se adopte con él.
o Evitar magnificar las “bellezas” del recién nacido.
o Y si se hace, que también el otro sea reconocido.
o Clarificar lo antes posible las relaciones entre los hermanos.
o Destacar que cada uno es cada uno, destacando muy bien lo que constituye la característica diferencial entre ellos.
o Potenciar la necesaria satisfacción de las necesidades de cada uno, para que no perciba que lo que se da al neonato es a costa de pérdidas para él (afectivas o materiales).

REACCIÓN ANTE EL NACIMIENTO DE UN HERMANO

Hasta ahora hemos visto las manifestaciones más corrientes del fenómeno de rivalidad entre hermanos; los padres deben conocer que el niño sacará provecho de su rivalidad, siempre y cuando los adultos sean capaces de apoyarle convenientemente para que su canalización sea positiva.

Es normal que el nacimiento de un hermano desencadene nuevos comportamientos en el niño, nuevas formas de actuar. Los comportamientos observados tras el nacimiento de un hermano pueden agruparse en:

- Comportamientos agresivos
- Comportamientos regresivos

Sin excluir otros que iremos comentando.

COMPORTAMIENTOS AGRESIVOS

Aquí entran todos los comportamientos con los que el niño arremete al nuevo hermano, tanto verbalmente (la verbalización no siempre se manifiesta) como con actuaciones directas. En pocas palabras se trata de causar un mal al hermano. Hay niños que dicen que van a matar al hermano, otros les tiran algún líquido (yodo) o algo en los ojos sólo por haber sido alabado delante de él (caso de niño de 4 años), etc. Más adelante hablaremos de la actitud educativa que hay que adoptar en estos casos.

COMPORTAMIENTOS REGRESIVOS

Esto es más frecuente y más normal desde el punto de vista psicológico y educativo. Se trata de modos de volver a estadios educativos ya superados (como ya se vio anteriormente), es decir, dejar de hacer lo que se sabía hacer, pedir ayuda en lo que ya se era autosuficiente, pedir que se haga algo con él de lo que se hace con el bebé, y muchas cosas relacionadas sobre todo con:

- Comer
- Vestirse
- Expresar las propias necesidades
- Pedir el pecho
- Ser querido de un modo muy infantil
- Pedir que se le coja en brazos…

No todas las regresiones tienen la misma importancia e intensidad. Podemos distinguir 3 niveles de regresión:

Regresión leve: Comportamientos que suponen volver a situaciones ya superadas en la relación madre-hijo, deseo de llamar la atención, pedir cosas como ser cogido en brazos, mimado, lactado…

Regresión grave: Reacción de mayor intensidad con síntomas que indican una mayor profundidad emotiva, mientras adoptan una actitud de indiferencia y frialdad ante el nuevo hermano, que se refuerzan con las continuas exigencias a la madre y aparecen formas de inquietud, enuresis, insomnios, anorexia y adelgazamiento.

Regresión-agresión: La regresión-agresión tiende a eliminar al recién nacido. El comportamiento adquiere formas de malos tratos, golpes, intentos de hacerlo caer de la cuna, pellizcarle, meter los dedos en los ojos, etc.

De una u otra forma, lo que queda bastante afectado es la dinámica afectiva del hijo con la madre.

Algunos factores que contribuyen a estas reacciones suelen ser (aunque hay muchos más):

- La edad del primogénito: El mayor nº e intensidad de reacciones se da cuando el primogénito tiene entre 1’6 años y 2’5, seguido de los que están entre 1’1 y 1’5 años. Y la reacción es menor a partir de los 3.1 años.

- El sexo: La reacción regresión-agresión suele ser casi exclusiva de los varones, tanto si el hermano es también varón como si es niña. La regresión grave es más frecuente cuando el hermano es de diferente sexo.

-
Antecedentes patológicos familiares

- La estructura del núcleo familiar: Destaca la incidencia de la familia “inestable”, es decir, la que tiene al menos un miembro con tareas emotivas importantes y que afectan a las relaciones sociales familiares.

No hay que olvidar que la rivalidad entre hermanos es una verdadera respuesta a la frustración por el sentimiento, real o imaginario, de carecer del afecto materno. El nacimiento del hermano se puede vivir como una verdadera limitación al sentir el niño que todo el afecto irá dirigido a aquel.

RIVALIDAD FRATERNAL

Los hermanos ayudan al niño a:

- Convivir
- Competir de un modo sano y no destructivo
- Relacionarse con el otro, establecer lazos, la socialización (el establecimiento de lazos que permiten comunicaciones suele iniciarse con los hermanos)
- La cooperación, la emulación (imitación)
- Aprender a combatir aceptando los propios límites
- Aceptación de ciertos papeles vinculados al sexo (hermanos de distinto sexo)
- Aprender a resolver situaciones por ellos mismos
- Etc.

RIVALIDAD FRATERNA

Entre los hermanos es normal que se dé algún tipo de rivalidad.

La función esencial de los hermanos es la de mejorar la socialización del niño, pero suelen darse algunas dificultades, como por ejemplo un obstáculo inevitable y a la vez enriquecedor que es el paso de los sentimientos de rivalidad a amistad y colaboración entre hermanos.

Podemos distinguir 3 niveles de rivalidad (L. CORMAN):

- Rivalidad cuerpo a cuerpo
- Rivalidad de rechazo
- Rivalidad con negación del rival

RIVALIDAD CUERPO A CUERPO

Aunque parezca raro, este es el tipo de rivalidad menos profundo. Los padres suelen decir que siempre se están pegando, pero se llevan bien, y se quieren mucho, y es verdad. Esto pasa en cualquier familia y el que no pase puede ser un síntoma de actitudes no sanas entre hermanos.

Este tipo de rivalidad suele empezar cuando el niño empieza a darse cuenta de su fortaleza física o de algunas capacidades de poder y dominio y normalmente empieza a estructurarse más claramente sobre los 2 o 3 años. El niño empieza a tener más capacidades motrices, etc. y busca una canalización y lo más normal es que se exprese con el deseo de poder sobre el hermano. Puede decirse que es una rivalidad causada por la necesidad de descargar energías.

Detrás de esas peleas, riñas, golpes, mordiscos y hasta escupir o cosas así al hermano, hay un verdadero deseo de competir y ver “de qué es capaz”, de ver cómo poder sobre el otro y ver la reacción del otro ante lo que él mismo ya puede percibir como “no-permitido o malo”.

La no intromisión del adulto es importante. Cuando el adulto se mezcla en este mundo de rivalidad cuerpo a cuerpo es cuando el niño no aprende nada de cuanto es normal en su conducta impulsiva infantil.
RIVALIDAD DE RECHAZO

Esta rivalidad (a diferencia de la anterior “rivalidad cuerpo a cuerpo”) es la más peligrosa. No la vemos en el niño “peleón o luchador”, sino en el que rompe el contacto con el hermano. Las técnicas proyectivas (historias, cuentos, dibujos…) que se usan en el campo psicológico permiten ver por ejemplo:

- que el hermano-rival no aparece en el relato, en el dibujo…
- o a veces se representa al hermano aislado del resto de la familia
- o metido en un círculo que lo aísla más aún
- o en un extremo de la escena, etc.

Este rechazo, verbalizado o no, es algo que viven muchos niños. La expresión del rechazo puede ser:

- no permitir que el hermano tome parte en sus juegos
- no dejarle sus cosas
- criticarlo para ridiculizarlo o agrandar lo negativo de algún comportamiento suyo
- etc.

Muchas veces las verbalizaciones que utilizan son “muy fuertes”:

- “Quiero que mi hermana se vaya a la guerra y la maten”
- O el niño que al saber que va a nacer un hermano dice “pues ese va a durar poco porque le ahogaré”
- O el que lo describe como “una cosa roja que grita y apesta”
- O como “0, 0, 0…” (cero, cero, cero)…

En el fondo de ese tipo de rivalidad hay una hostilidad por celos. La presencia del hermano es una ocasión para elaborar la propia capacidad de afrontar una gran frustración y un verdadero sentimiento de pérdida de afecto (sea o no verdad ellos lo sienten así). Y en el último caso (sentimiento de pérdida de afecto) la rivalidad disimula y esconde una gran necesidad de llamar la atención, de captar el afecto y de agredir a quien consideran causante de todos los males propios.

Muchos padres se preguntan por qué pasa esto, si tratan a todos por igual, pero no son conscientes de que tras esa frase, hay diferencias que el niño capta perfectamente, ya que en el rechazo del otro se suelen ocultar carencias que no siempre se descubren.

RIVALIDAD CON NEGACIÓN DEL RIVAL

El niño vive como si el otro (el hermano) no existiera. Esto pasa incluso con hermanos gemelos. Tras una apariencia suave y cordial, la verdad es que el hermano no significa nada de nada para él. Es posible que vean al hermano como un rival en algunas áreas en que su madurez y su éxito sean mayores que los suyos
.

CUANDO NO HAY PADRE

La ausencia del padre puede ser de dos tipos:

- Ausencia real (por muerte, separación o divorcio, abandono de familia…)

- Ausencia “virtual” (presencia inadecuada, ineficaz, etc.), es decir, el padre vive con la familia, pero su presencia en cuanto a relación emocional, afectiva, educativa, etc., es prácticamente inexistente; no hay padre en términos relacionales, aunque físicamente esté presente.

Partiendo de esto, la orientación de muchas situaciones familiares se centra en conseguir que el padre ocupe un lugar que le corresponde en la red de interacciones familiares. Porque el concepto de privación paterna, como ya hemos visto, comprende tanto los modelos insuficientes de comportamiento paterno, como la verdadera ausencia. Cualquiera de estas modalidades influyen en el funcionamiento del hijo, ya sea en lo cognitivo, en los psicosexual, en lo relacional y en aspectos del psiquismo.

De todos modos no todos los tipos de privación paterna tienen idénticos efectos, por lo que esas carencias deben ser valoradas en el momento de iniciar un seguimiento con técnicas de orientación o terapia familiar. En todo esto juega un importante papel el tema de los sustitutos paternos.

LOS SUSTITUTOS PATERNOS

Siempre hay un momento en el que el padre deja de ocupar el lugar preferente para dar paso a otros modelos, esta es la base de la identificación secundaria en la que el niño empieza a fijarse en otros adultos que no son el padre.

Pero cuando el padre está ausente (real o virtualmente), el niño debe buscar un modelo que supla y llene ese vacío que haya dejado el padre. Se crea un sustituto paterno.

Básicamente, en estos casos sería preferible que el modelo sustitutivo fuera un varón, pero no es condición indispensable, sino que basta cualquiera que tenga calidad humana que le capacite para dar referencias al niño sobre las que construir su identificación. Puede ser un hermano mayor, incluso a veces un hermano menor que tenga cualidades que le hacen aparecer como “adulto” en algunas áreas, que haga sentir al niño ese “deseo ser como…”. Puede ser otro familiar adulto con el que el niño se sienta a gusto (un tío, un abuelo, un pariente…), puede ser un maestro, un profesor, incluso puede darse la identificación secundaria con personajes del mundo artístico, deportivo, cultural… lo importante es aprovechar lo que aparezca ya que la presencia de un modelo sustitutivo es un elemento estabilizador de la familia y del sujeto (niño).

LA DESVINCULACIÓN CON EL PADRE

En la etapa infantil el niño busca al padre y necesita vincularse con él, relacionarse con él, comunicarse con él, jugar con él… luego, en la adolescencia y juventud se produce una verdadera rotura de estos vínculos.

Pero esto hay que entenderlo bien, ya que en todo esto se encierran unos procesos beneficiosos para la maduración del hijo, o todo lo contrario, pueden convertirse en obstáculos para su maduración, dependiendo de cómo se lleve.

El hijo tiene que separarse del padre, eso está claro, ya ha terminado su etapa de identificación con él y tiene que descubrirse a sí mismo, tiene que definir su identidad.

La famosa rebelión contra el padre es entonces un paso inevitable y necesario; se trata de romper con lo ya "inservible", con lo que fue válido en una etapa, pero que en el momento evolutivo en que se encuentra ahora el chico, no le sirve para seguir su desarrollo.

La desvinculación debe hacerse de una forma que los vínculos afectivos no sean un obstáculo para lo que son dos metas esenciales del progreso familiar y personal: la autonomía personal y la libertad.

Los problemas aparecen cuando el padre no sabe, o no acepta, que esto es necesario; cuando el padre no es consciente de la necesidad de esta “rotura” que ayuda a madurar al hijo.

A muchos padres les resulta muy difícil saber ser el padre que el chico adolescente necesita, pero el querer seguir siendo el padre de un “hijo niño” ya no es posible y la rotura violenta llegará cuando estos procesos normales no se respeten, lo que también será muy difícil de llevar.

Por esta razón el simple hecho de estar informado (todos prefieren pensar que su hijo es insoportable…) puede ayudar mucho a un padre, cuando empiece a notar que “esa rotura” está empezando a suceder, al saber que es algo normal, y al saber cómo puede actuar para facilitar las cosas (ya difíciles por naturaleza), en lugar de obstaculizarlas más.

Durante esta rotura se produce otro proceso que a muchos padres les pasa inadvertido: el hijo que empieza a ser independiente, ”culpa” al padre de todo lo que percibe como causa de sus dificultades personales. El que fue modelo y “líder” hasta ahora, se va convirtiendo en objeto de críticas y ataques, se le exigen responsabilidades, se le trata cruelmente… Se da una verdadera lucha contra el padre, y al padre, antes divinizado, ahora se le destrona.

Según el hijo vaya creciendo en independencia y va afirmando su autonomía el padre irá perdiendo terreno, es normal. Todo esto hay que verlo con tranquilidad, con naturalidad, como un paso más en la evolución del hijo, y sólo habrá violencia en el momento en que ese momento se prolongue, se intente frenar o se luche contra él.

En ese momento tampoco es todo negativo, el padre, puede (y debe) convertirse en nuevo modelo de identificación, gracias a un modo de transformar lo que parecía negativo en elemento positivo, esto es lo que se llama identificación con el objeto de la agresión.

En realidad, puede decirse que la identificación (con el padre, el maestro, con alguien a quien se quiere, respeta, admira…) nunca se lleva a cabo sin una agresión previa, sin un cierto "ataque".

DESARROLLO PERSONAL Y RELACIÓN PATERNAL

Los niños y adolescentes que presentan un desarrollo personal adecuado tienen una relación con el padre también adecuada, mientras que cuando esa relación tiene carencias, es corriente encontrar hijos con lagunas en su desarrollo como persona.

Muchas veces al profundizar en estos últimos casos se descubre que el hijo (niño o adolescente) ha incorporado esquemas y pautas en un área determinada, que suele coincidir con las que tradicional y culturalmente interviene la madre, mientras que en otras, que son más competencia del padre, aparecen lagunas. Los cuidados maternos se han realizado al tiempo que los del padre han quedado incompletos o incluso no se han dado para nada.

Esto lo digo para resaltar la importancia de la aportación de ambos padres, cada uno tiene sus funciones y son importantes.

Para que el desarrollo personal vaya acorde con un suficiente contacto con el padre, es importante intensificar la cantidad y la calidad de las interacciones que es justamente lo que poco se va haciendo menos.

La finalidad educativa del padre es la de orientar al hijo en todos los aspectos de su vida y para esto debe crear un clima que haga posible la apertura total del hijo ante el padre.

Educar es, antes de nada, formar la personalidad del hijo en actitud de apertura, para que esa personalidad empiece a ser suya (del niño).

La tarea del padre como educador es permanente; el padre educa (o maleduca) siempre; no puede descansar de esta tarea, como no puede descansar de vivir y en todo caso, educa incluso en el descanso, es decir, que cada palabra, cada silencio, cada caricia, cada mirada, cada ejemplo… todo es educativo.

La presencia o ausencia (aún presente) del padre influyen en el desarrollo cognitivo del hijo, y sobre todo en el área de las matemáticas.

Con la madre ocurre algo parecido, pero sobre todo en el área verbal, lectura, etc.

Los niños que tienen buenas relaciones con el padre se adaptan mejor y más rápido a los cambios sociales de su ambiente, son más curiosos en la exploración del ambiente, aparecen más seguros y confiados y tienen un mejor desarrollo motriz, sobre todo en andar a gatas, gatear y manipular objetos. Tienen además menor ansiedad ante la separación y ante el contacto con extraños y un mayor autocontrol, están más motivados para el éxito, etc.

AUTORIDAD versus AUTORITARISMO

Cuando se dice a un padre que tiene que hacer valer su autoridad como tal, no se le está empujando a dar órdenes sin más, a obligar a hacer las cosas porque sí… pero lamentablemente esto es lo que muchas veces se suele entender.

Cualquier educador (padre, maestro…) tiene la obligación de ser una autoridad en su ámbito y dispone de unos poderes legítimos necesarios para cumplir la función que tiene encomendada, pero lo que realmente es importante y necesario tener es autoridad personal, tanto en lo que enseñe como en su ejemplo de conducta. Esta autoridad debe ser mediadora y debe buscar el desarrollo de la libertad del individuo. Cualquier acción educativa sólo tiene éxito si llega a la cabeza y al corazón, lo que NO se consigue imponiendo un comportamiento ciegamente llevado a la práctica, sino “iluminando” al sujeto con el razonamiento y ofreciendo un modelo de conducta íntegra y con fundamentos justificados.

La autoridad es una cualidad personal, que se adquiere con esfuerzo y que sirve a los demás como punto de referencia, moviéndoles a esforzarse en un sentido determinado, sin obligar por la fuerza. La verdadera autoridad nunca pretende dominar, intenta que los demás se desarrollen a través de la confianza;
no se debe imponer sino que debe atraer por sí misma.

Tiene autoridad aquel cuya excelencia es reconocida por los demás, los cuales se ven inclinados a aceptar las ideas o realizar las acciones que ven en la persona con autoridad, por la credibilidad que ésta suscita, no porque se lo impongan.

Tal autoridad, muy necesaria en la educación (en la familia, en la escuela, en la sociedad…), hay que distinguirla necesariamente del autoritarismo, que es una forma abusiva de ejercerla.

El error del autoritarismo tiene nefastas consecuencias en los hijos y en las personas en general, las cuales al ser sometidas a una presión autoritaria pueden fácilmente terminar con un bajo concepto de sí mismas, volverse pasivas, dependientes, perder la ilusión de luchar por construir su propia existencia... El conformismo a los valores dominantes lleva a la aparición de personalidades mediocres. Pero tampoco es tan fácil conseguir la eficacia que busca la mentalidad autoritarista, ya que en primer lugar, las personas solemos revelarnos ante el autoritarismo. Este ambiente suele producir un claro enfrentamiento entre padres e hijos, parejas, profesores y alumnos, jefes y empleados, etc., y promueve la indisciplina, la mentira, la hipocresía y el fraude.

En definitiva, la autoridad personal, basada en la confianza y el respeto es necesaria, mientras que el autoritarismo, basado en el abuso de poder, es muy contraproducente.

CONSEJOS SOBRE LA DISCIPLINA

- NO centrar en el padre el rol de la disciplina (sobre todo cuando es más bien una rigidez punitiva que provoca agresividad), ya que puede conducir a una relación frustrante e insatisfactoria entre padre e hijo.

- La madre debe colaborar; las decisiones disciplinares tienen que ser compartidas entre ella y el padre y cuando esté sola debe evitar aplazar la toma de decisiones para cuando esté el marido, teniendo la responsabilidad de decidir igual que haría el padre al estar solo.

- El padre debe tener reglas bien definidas, pero esto no debe evitarle ser sensible a los argumentos del hijo y a las necesidades de expresarse por sí mismo.

- El Padre NO ha de tener siempre la última palabra. El padre que tiene que vencer siempre ante cualquier cosa no está permitiendo que el hijo desarrolle la independencia y la capacidad de afirmarse personalmente.

- El hijo no debe estar oprimido por la imagen de un padre perfecto. Lo mejor es que el hijo capte que el padre tiene límites y que puede cometer errores.

- Un padre que de vez en cuando pueda admitir que se ha equivocado y que el hijo tiene razón, está favoreciendo el sentido de competencia de éste.

- Un padre que nunca comete un error puede ser un modelo demasiado frustrante a imitar.

- La verdadera disciplina se consigue cuando el padre integra en sus actitudes educativas

+ La afectividad
+ La capacidad de decidir sin miedo
+ La firmeza y la aceptación de las propias limitaciones, errores, fallos…

y sólo así el padre aparecerá ante los ojos del hijo como un ser provocador de estímulos y de deseos de superación y de progreso, etc.

- A todo ello hay que añadir buenas dosis de permisividad frente a lo limitante; aceptación frente a lo que se tiende a rechazar; aceptación de la independencia frente a la tentación de dar todo hecho al niño.

- Intentar lo correcto, aún a riesgo de equivocarse, es el camino que hay que recorrer en una familia.

AUTORIDAD Y DISCIPLINA

Dependiendo del tipo de autoridad y disciplina que haya en la familia, se provocará un tipo u otro de personalidad en el hijo, influyendo muchísimo. Por ejemplo y muy resumidamente:

Ø El autoritarismo estable (tipo totalitario)
Produce personalidades conformistas, con creatividad y subdesarrollo cognitivo atrofiados, con pobreza de léxico, resistencia al cambio, débil identidad personal…

Ø El autoritarismo inestable (oposición a la sociedad, de forma reactiva y hostil, tanto a los otros como a las instituciones; castiga unas veces y otras premia por lo mismo…)
Aparece un “yo” como negación del otro y por la vía del enfrentamiento. La autonomía significa una necesidad de defenderse de los ataques exteriores. Las actitudes del niño serán negativas. El hijo descubre su autonomía frente a la del padre y no con él.

Ø La sobreprotección (el niño consigue lo que desea sin necesidad de luchar por ello)
El niño no logra una autonomía responsable. Tiene sentimientos de inferioridad e inseguridad. Se ve privado de lo competitivo porque todo le viene resuelto. Con esta actitud se eliminan la iniciativa y la responsabilidad.

Ø Con una autoridad adecuada se consigue que el niño:
Vaya alcanzando una autonomía responsable. Desarrolle una actitud positiva ante los obstáculos y frustraciones. Sea responsable, seguro de sí mismo. Esté motivado para el estudio, para el juego, para la comunicación, etc.

El tipo de autoridad lleva consigo un tipo de DISCIPLINA. Podemos distinguir 5 tipos de disciplina (también muy resumidamente):

Ø CAPRICHOSA
Cuando hay periodos de ternura normal seguidos de otros de rigidez o excesiva indulgencia.

Ø INDIFERENTE
Cuando los padres no se preocupan del hijo, ni le dirigen palabras de aprobación o de represión.

Ø RÍGIDA-SEVERA
Cuando los padres se exceden en correcciones, prohibiciones o castigos.

Ø INDULGENTE
Cuando hay tendencia a aceptar y aprobar todo lo que hace el hijo.

Ø EQUILIBRADA Y MADURA
Cuando la ternura necesaria va acompañada de una actitud firme y preocupada por la formación.


En una familia es necesario que exista una adecuada autoridad y es necesario que exista una adecuada disciplina. Los niños necesitan ser educados. Si no fomentamos esto desde casa, es muy difícil que el niño no tenga problemas en la escuela o/e instituto, tanto con sus compañeros como con sus maestros y profesores. Los niños deben llegar a la escuela educados para poder aprovechar ese tiempo de enseñanza-aprendizaje. Y deben llegar sabiendo respetarse a sí mismos y a los demás.

La disciplina que se crea en el ambiente familiar es muy importante. Pero por otra parte, lo más importante en la disciplina es la firmeza del padre (y madre), de la que dependerá el desarrollo adecuado de un comportamiento equilibrado, coherente y estable.

Pero es necesario distinguir lo que es la FIRMEZA de lo que normalmente suele atribuirse a la RIGIDEZ o cierta DUREZA en la imposición de pautas disciplinares, ya que no tienen nada que ver, pero se suelen confundir mucho. Ser firme no es ser rígido ni duro, sino convencido de que lo que se transmite al niño es algo coherente y no ambivalente. Además la firmeza debe ir siempre acompañada de un componente afectivo.

Los hijos aceptan la firmeza, es más, la necesitan y la esperan. Lo que no aceptan son las rigideces e intransigencias, el autoritarismo, el totalitarismo, el “porque lo digo yo y punto”… ni los niños ni nadie medianamente sano.

La firmeza crea hábitos bien organizados; la rigidez desencadena en cambio, reacciones negativas en el hijo, así como agresividad por la frustración que genera, por no hablar de problemas de autoestima, negativismo, inadecuada comunicación…

Muchos estudios demuestran que tras un adolescente maduro desde el punto de vista moral (¡que los hay!) hay un padre afectuoso, comprometido con el hijo y de “gran estatura moral”.

LA FELICIDAD

La felicidad o bienestar subjetivo, existe y no es más que una forma positiva de valorar la vida en su conjunto.

Los factores más o menos estables causantes de felicidad pueden ser la familia, el trabajo, los amigos y relaciones sociales, la salud, el tiempo libre, los ingresos económicos, la congruencia entre lo que se desea y lo que se tiene, etc. Y aparte de los factores estables hay desencadenantes como los éxitos, los logros, las comparaciones favorables y cosas así.

Más que una emoción aguda puede decirse que es un estado de humor, porque no es fugaz como el placer o la alegría, sino que es más o menos estable en el tiempo. Se relaciona con cosas positivas como sensaciones de bienestar, con estar contento, con la alegría, con el placer, con la capacidad de disfrute, etc. sin embargo, a diferencia de aquellas, no excluye la posibilidad de momentos de pena, dolor, lucha o conflicto (una persona feliz puede sentir pena, dolor, rabia, etc. sin dejar en el fondo de ser feliz).

En pocas palabras la felicidad aparece cuando crees que estas haciendo progresos hacia tus objetivos; cuando estas contento con lo que tienes más que triste por lo que no tienes, porque lo cierto es que no hay mejor forma de sentir felicidad que experimentando emociones agradables. Y los obstáculos que más la dificultan son la frustración y la insatisfacción crónica.

Es muy difícil proponer una fórmula para ser feliz, pero lo que sí se puede hacer es cambiar la forma de tomar la vida para lograrlo. Hay que pasar de “hacer lo que uno quiere” a “querer lo que uno hace”; hay que aprender a apreciar lo que se tiene, por poco que sea. Se trata de aprovechar la energía psíquica en la dirección justa, para que no se derroche en el aburrimiento y en la preocupación. Y para no caer en el aburrimiento es importante que a medida que desarrolles tus habilidades aumentes también el nivel de tus retos (que te lo pongas cada vez un poquito más difícil), porque no se puede disfrutar haciendo lo mismo y al mismo nivel durante mucho tiempo; uno acaba aburriéndose. Pero cuidado, tampoco hay que proponerse retos demasiado altos, porque si el desafío es superior a la habilidad, aparecerá ansiedad y ni la ansiedad ni el aburrimiento son experiencias agradables. Y no olvidemos que el disfrute (en cualquier actividad, ya sea de ocio o de trabajo) no depende de lo que se haga, sino sobre todo de cómo se haga.

OFERTA DE UN CÓDIGO DE VALORES

Valor es una cualidad real o ideal, deseada o deseable por su bondad, cuya fuerza orienta la vida humana… Es todo aquello que no nos deja indiferentes, que necesitamos y deseamos porque nos conviene bien en algún sentido…

Los valores son múltiples (económicos, vitales, intelectuales, estéticos, morales…), pero tengamos en cuenta que ninguna educación humana es posible sin un planteamiento objetivo y fundado de los valores. Es decir, si no podemos diferenciar entre lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, etc., si estas distinciones fueran sólo fruto de una opinión subjetiva, de los gustos individuales, etc., nadie tendría derecho a educar, porque ninguna educación podría ser orientada objetivamente, ni legítimamente promulgada.

El hombre debe aceptar un orden de valores por medio de una elección consciente y libre dentro de su cultura. Es necesario fomentar en los individuos actitudes sociales que preparen determinados tipos de comportamiento. Y para lograr una convivencia positiva y pacífica son necesarios ciertos requisitos morales en las personas (una moral humanista, basada en la dignidad de la persona y que promueva el respeto a la misma).

El padre tiene que fomentar una adecuada adhesión al sistema de valores que crea necesario para la estructuración del grupo familiar. Esto no quiere decir que el hijo, en un momento dado no haga una crítica a todo lo que le transmita el padre, ya que hay momentos en que esta crítica será necesaria para la elaboración de lo que después será su filosofía de vida.

Debe transmitir una jerarquía de valores que regule la maduración personal del hijo, distinguiendo lo que es esencial de lo que es accidental. Sea cual sea el patrimonio cultural que tenga el padre, recibido de su educación anterior, debe aceptar un pluralismo en el enfoque de todo ello.

La tarea educativa del padre consiste en fomentar el intercambio de valores de otros contextos educativos o culturales sin dogmatismos y sin cerrarse ante las aportaciones de otros ambientes.

Una exigencia de la función paterna es que el padre tiene que adquirir la capacidad de acomodarse; de acomodación, que no significa que tenga que olvidar o abandonar sus propios esquemas, sino tener una postura flexible, que facilite la aproximación, el entendimiento, la asimilación y la integración de otras aportaciones al grupo familiar.

El padre debe colaborar con el hijo, debe transmitirle un conjunto de valores de referencia sobre los que el hijo pueda hacer su propia selección, cuando llegue el momento; y debe colaborar con el hijo en el sentido de que el hijo debe participar en esta elección y jerarquización de los valores.

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN EN VALORES:
Conocerse y aceptarse a sí mismos y a los demás;
Respetarse y valorarse a sí mismos y a los demás;
Madurar el proceso de valoración;
Tomar libremente decisiones;
Mejorar las relaciones interpersonales;
Descubrir el propio sistema de valores;
Comportarse de acuerdo;
Comunicarse abierta y sinceramente sobre sus valores.

LA INTEGRACIÓN PRECOZ CON EL HIJO

Tradicionalmente es la madre la que se ha venido ocupando de los hijos, pero más recientemente se ha averiguado que es necesario plantearse modos en que el padre interactúe con el hijo para lograr una integración que por ser precoz deje huellas profundas en el hijo; en la formación de su personalidad.

Tanto la madre como el padre son igualmente sensibles a las señales que envía el hijo pero no actúan de la misma manera. La relación entre madre-hijo, y entre padre-hijo son diferentes cualitativa y cuantitativamente (al menos en la familia media actual, en la que todavía el hombre suele tener el puesto laboral central). El padre suele estar menos horas en casa, por lo que la relación con el hijo se ve afectada en comparación con la de la madre.

Estas diferencias de tiempo entre padre y madre suponen inevitablemente diferencias de tareas y por tanto de interacción con el niño y fundamentalmente en dos aspectos tan importantes como son la higiene, la alimentación y también en otro aspecto importante como es el juego.

La interacción con el niño a través de la higiene y de la alimentación es más frecuente en la madre (lo que tampoco quiere decir que ese contacto físico sea siempre rico y estimulador obligatoriamente, ya que muchas madres sólo cogen al niño en brazos para lavarlo, alimentarlo o para que pare de llorar y evitan hacerlo en otros momentos en que la motivación no sea sólo por “obligación” o por el “deber” que culturalmente se asigna a la mujer).

Al niño hay que cogerle también para estar con él, para acariciarle, besarle, hablarle, enseñarle cosas, jugar, etc.

En cuanto a la interacción a través del juego, parece que es más frecuente por parte del padre (pero esto en familias en las que la mujer no ocupa un puesto de trabajo y está en casa con los niños, mientras que cuando la mujer pasa muchas horas fuera de casa, también juega mucho con el hijo, de cuyos cuidados suele ocuparse otra persona). Es por eso que los niños ante el padre pueden estar más festivos, abren más los ojos, etc. Otra observación sobre los tipos de juego muestra que:

-En la interacción madre-hijo se suelen dar más juegos del tipo: llamarle, esconderse, sonreírle, sonidos repetitivos, imitativos, “palmas palmitas”…

-En la interacción padre-hijo son más frecuentes los juegos de contacto físico: tocarse con movimientos rítmicos, juegos de acción, juegos con contacto corporal y fuerza muscular…

En cuanto a la comunicación, el hombre tiende más a comunicarse también con el contacto físico y la acción, mientras que la mujer tiende a hacerlo más bien con palabras. Por otra parte, las madres suelen utilizar el mismo estilo comunicativo con los hijos y las hijas, mientras que los padres suele interactuar con los hijos varones con juegos vivos, mientras que con las hijas son más suaves. Es decir, normalmente la interacción del padre con el hijo es más “estimulante”, mientras que su relación con la hija suele ser más “afectuosa”.

En estos tipos de relación parece como si los padres estuvieran programados para asignar al hijo varón o hembra atribuciones diferentes; al varón le atribuyen mayor fuerza y vivacidad, mejor coordinación motriz, y una constitución más robusta… mientras que a la hembra le atribuye mayor dulzura, más debilidad y fragilidad, debido a que los estereotipos y roles sexuales influyen en las expectativas de los padres, y estas expectativas se reflejan sobre el comportamiento que adoptan ante los hijos, exigiendo de ellos cosas diferentes según el sexo.

IDENTIFICACIÓN

La identificación que el niño realiza con el padre es la identificación primaria: con la madre realiza una primera pre-identificación, que continúa después con el padre con la identificación primaria.

Este proceso está bastante amenazado actualmente por la escasa convivencia que tienen los hijos con el padre, sin embargo es necesario que tal identificación haya “cubierto sus niveles mínimos” antes de que el hijo empiece su vida escolar, y esto obliga a una presencia constante y rica del padre, antes de ese periodo, y tanto en el caso de los niños como en el de las niñas.

Para que la identificación primaria tenga un efecto positivo, hay 3 condiciones:

- Tiempo
- Intimidad
- Intensidad

Porque toda identificación está favorecida por el tiempo, la intimidad y la intensidad de los contactos entre las dos personalidades que intervienen en ese proceso identificador. Si el tiempo, la intimidad y la intensidad en las relaciones son adecuadas, se produce una también adecuada interacción emocional entre el padre y el hijo.

-A MÁS TIEMPO DE RELACIÓN corresponde a una más profunda interacción, y esto contribuye a que la observación del padre como modelo sea más constante y estable. Esto es también importante, porque muchos hijos ya mayores, han perdido la oportunidad de observar al padre mientras crecían y esto supone una verdadera pérdida de datos para la construcción de un modelo al que se tiende por imitación. Sólo la observación hará que aparezca algo imitable en el padre y esto es importante para el proceso de identificación de personalidades.

-A MÁS INTIMIDAD seguirá una inevitable interacción más afectiva y uno de sus efectos será que el niño querrá reproducir en sí mismo partes del padre.

-A MÁS INTENSIDAD mayor será el refuerzo de todo lo que el niño vea de imitable y estimulante en el padre, ese deseo de “querer ser como”, que es independiente del sexo del niño.

Bueno, lo importante aquí es ver que una ausencia del padre, o una inadecuada identificación primaria, será una amenaza para el crecimiento equilibrado del niño.

EL APEGO Y EL PADRE

Hasta 1958 los estudios sobre el tema del apego habían estado limitados a la madre. Sin embargo, ahora se afirma que la vinculación con el padre se inicia antes del nacimiento y seguramente también y durante el parto. La voz paterna (sus tonos más graves), es oída también por el hijo durante su vida fetal.

Los niños muestran apego a los dos padres, aunque prefieren a la madre en situaciones de estrés. Esta relación de apego se estructura en las primeras fases de la vida y suele ser resultado de una relación precoz. Esta claro que el padre es una figura importante para el hijo… y debe estar ahí.

En cuanto al tema de si el padre debe o no estar presente durante el parto… será muy bueno que esté presente siempre y cuando antes haya existido una cercanía emocional que haga que tanto la madre como el padre deseen compartir la experiencia. La presencia del padre durante el parto está condicionada, entonces, a que los dos quieran que esté y a que los dos conozcan bien cómo se desarrolla un parto. Esto es importante, tanto, que en algunos países se está empezando a aceptar que el padre esté presente durante el parto sólo si previamente ambos han asistido a algún tipo de preparación al parto. La presencia del marido en el parto tiene efectos beneficiosos sobre muchos aspectos, por ejemplo sobre el modo que tiene la mujer de percibir el dolor, hasta el punto de permitir reducir la administración de fármacos durante el parto.

También en los partos con cesárea, la mujer suele reaccionar mejor y antes que otras cuyos maridos no están presentes. Además, es curioso que los partos cesáreos tienen repercusiones sobre la relación entre el padre y el hijo unos meses después del nacimiento; a los 5 meses del nacimiento estos padres, cuando están en casa suelen dedicar más tiempo al hijo, participan más en la organización de la casa, y las mujeres suelen pedir más ayuda al marido para cuidar la casa, a otros hijos, etc.

La presencia del padre en el parto es buena si su relación con la mujer es buena, y le ayudará a lograr una mayor integración en la vida del hijo, pero no hay que forzarle a estar presente. Si el padre quiere y la madre quiere y están preparados, es muy beneficioso, pero también puede ser perjudicial, asistir sin querer o sin estar preparado.

EL ENCUENTRO CON EL PADRE

Igual que hemos visto algunos procesos de vinculación con la madre (el apego, identificación, etc.), vamos a hacer lo mismo en cuanto al padre.

LA PREPATERNIDAD

Con la mujer es más fácil realizar estudios durante la gestación y conocer los cambios que se producen: físicos, emocionales, etc, pero en el caso del hombre, es más complicado, y además se ha estudiado menos, o al máximo, desde hace menos tiempo. Pero en el hombre, en el futuro padre, se producen también ciertos cambios emocionales.

¿Qué cambia para el hombre durante la espera del hijo?

Se dice que el pre-padre, no quiere decirse en voz alta lo que siente, lo que teme, desea, lo que le amenaza, le confunde y le estimula. En esos momentos suelen aparecer la confusión y la duda y un reparto de los papeles masculino y femenino basado en unas imágenes estereotipadas del padre que le arrastran y le confunden. Así, la paternidad aparece como confusión y en esa confusa espera el hombre recibe pocas ayudas.

La verdad es que el hombre puede vivir sentimientos muy profundos durante el embarazo de su mujer, aunque a la vez se suele encontrar impotente para encontrar un cauce que le permita expresar esos sentimientos. En este sentido la orientación que se le suele dar al padre consiste en hacerle partícipe del embarazo, mediante información de todo lo que va pasando, sobre los cambios que se producen en el cuerpo de la mujer, etc., para que participando de ellos, pueda encontrar un camino para expresar sus dificultades, sus alegrías, sus emociones y al mismo tiempo, para que disminuyan las distancias y soledades que se pueden crear en la pareja durante el embarazo.

El padre tiene que aprender a vivir el embarazo como algo que no es exclusivamente competencia de la mujer; el embarazo afecta a ambos. Y además, las modificaciones que se van produciendo en la mujer, producen en el hombre resonancias emotivas, pero también físicas.

Normalmente la plenitud física que siente la mujer, se suele convertir en inseguridad y angustia para el hombre, que vive los cambios de la mujer como amenazantes e inquietantes, y todo esto normalmente se produce gracias a los tópicos y prejuicios que nos transmite la cultura.

Algunas sociedades mantienen rituales que preparan la paternidad. En la nuestra estos rituales no existen pero el comportamiento pre-paternal está lleno de síntomas físicos que hacen pensar que los componentes biológicos de la paternidad no son tan diferentes a los de la mujer embarazada. Estos síntomas físicos, psicosomáticos (“síndrome de la covada”) empiezan a aparecer sobre el 3er mes de embarazo y duran hasta el nacimiento del hijo. Y esto esta demostrado por varios estudios clínicos, que muestran que el padre vive muy profundamente el preparto. Algunos síntomas pueden ser:

- Pérdida de apetito
- Dolor de muelas
- Náuseas y vómitos
- Dolores de riñones
- Además de la ansiedad, insomnio y cierta irritabilidad.

La mayoría de padres suele mostrarse contento por el embarazo, pero preocupados por la carga emotiva y económica de la llegada de un hijo.

Algunas actitudes comunes durante la gestación, se centran en la envidia del embarazo de la mujer y en la negación del embarazo, pretendiendo que la mujer lleve una “vida normal”, e imponiéndole ritmos fatigosos a nivel de diversiones, etc.

Para otros la identificación con la mujer es tan completa que se ocupan de la dieta de ella y de su ropa, controlan su peso, les compran ropa pre-mamá… y tienen una gran ansiedad, por la buena marcha del embarazo.

Algunos autores afirman que la ansiedad del hombre y la preocupación por el malestar y sufrimiento de la mujer, etc., es incluso mayor que en ella misma.

Aquí podemos ver que tras esa imagen del hombre como sostén de la mujer se oculta un hombre que para ser fuerte y seguro, necesita de mayor apoyo por parte de los amigos, los padres, y en especial de la propia madre.

Es importante tener en cuenta que los padres más comprometidos durante el embarazo, son después del nacimiento los más competentes en el cuidado del hijo, con mayor capacidad y sensibilidad para hacerlo y además lo hacen con más gusto, más satisfactoriamente.